Creo que los perfumes nos cuentan historias, más o menos extensas. Las fragancias tienen la capacidad de llevarnos a lugares en los que jamás hemos estado. En este caso, aunque nunca estuve en la ciudad de Samarcanda (Uzbekistán) puedo hacer un esbozo mental de ella. Jean-Claude Ellena la homenajeó por ser un punto de paso clave entre Oriente y Occidente en la “Ruta de la Seda”: por allí pasaban las caravanas con especias.
Sin embargo, Poivre Samarcande es un eau de toilette que nace de algo mucho más cotidiano: del olor que tenía un roble enfermo enfrente de la casa del perfumista de Hermés. La madera había tomado un olor picante y ahumado que fue recreado en esta fragancia como parte de la línea Hermessence. La inspiración suele desencadenarse con algo que tan sólo está frente a nuestras narices.
Comienza con una salida transparente y fresca, pero el escozor de la pimienta y la dulzura especiada de la paprika conducen a la imaginación a lugares áridos y milenarios. La alcaravea cierra esa especie de simbolismo de lo exótico que guardan las memorias del parfumeur. Las maderas de roble y cedro aportan un rasgo más occidental/europeo y el musgo de roble provoca un acabado olfativo análogo al matelassé: mullido pero sin perder textura (y aridez).
Si bien creemos que -según los criterios de clasificación del mercado- es el más “masculino” de la línea, encuentro en Poivre Samarcande un interesante toque de distinción y elegancia femeninas.
Virginia
Origen de la muestra: obsequio de un familiar.
Nota: la versión original de esta reseña fue publicada en el blog Notas & Acordes el 08/05/12.
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