En todas las familias hay alguien con un carácter especial, que no suele congeniar con cualquiera así como así. Lo mismo sucede en la familia de los cítricos, donde los más “sociables” (limón, naranja, bergamota y mandarina) aparecen en la mayoría de las fragancias. Pero hay alguien que se aleja de lo chispeante y dulce. Sino que es particularmente serio, amargo e imponente: el pomelo.
Aunque este fruto tenga su “club de fans” a la hora de ser ingerido, usar un perfume que lo contenga como ingrediente destacado es una decisión que implica más que el simple “me gusta”. El pomelo transmite una serenidad meditabunda, introspectiva. Se impone en su amargor, tiene presencia firme pero nunca estridente (como la de algunos de sus parientes). El pomelo huele a una oscura sofisticación.
Jean-Claude Ellena -perfumista in house de Hermès– le buscó la vuelta en Eau de Pamplemousse Rose. Envolvió al pomelo (y todo lo que implica) con el cuerpo cálido de la rosa y le insufló la dulzura cítrica de “su prima”, la naranja. Una sensación amaderada y de pimienta blanca dan cierta aspereza. La composición no busca disfrazar lo amargo, sino contrastarlo. El resultado es sumamente interesante. Pareciera evocar una arboleda en pleno verano, con chicharras de fondo y un calor que nubla la vista.
Este eau de toilette forma parte de la tríada Les Colognes -lanzada en 2009- junto con Eau de Gentiane Blanche y Eau d’Orange Verte.
Virginia
Origen de la muestra: obsequio de un familiar.
Nota: la versión original de esta reseña fue publicada en el blog Notas & Acordes el 07/03/12.