Con la nariz desprevenida, el primer fitzz de Love, Chloé sobre la piel huele a una rosa fresca, de sensación astringente. Pero esa salida floral es, en realidad, flor de azahar y pimienta rosa. La idea de Chloé es homenajear a las flores con este eau de parfum, siguiendo un estilo con guiños vintage.
Entonces comienza a tomar un cuerpo tibio de iris polvoroso, con matices almendrados (¿debido al heliotropo, tal vez?). La vainilla se trenza tiernamente con estos matices y da lugar a una placentera sensación balsámica. Pero todavía no ha aparecido su faceta más atalcada. Hasta que el dulce arroz entra en acción. Justamente es lo que provoca ese efecto femenino, elegante y de recuerdos de años dorados.
La casa de alta costura Chloé delegó la creación de la fragancia en dos perfumistas de Givaudan: Louise Turner y Nathalie Gracia Cetto. Ambas lograron evocar la imagen de esa mujer radiante, que va derrochando francesidad (aunque no necesariamente sea francesa), seguridad y belleza. Se nota claramente la sensibilidad femenina como background en esta creación/dedicatoria.
Hoy, 30 de agosto, se cumplen 34 años del fallecimiento de Jean Seberg. La actriz estadounidense, devenida en ícono cinematográfico de la femineidad francesa, es la encarnación misma del charm que prodiga Love, Chloé.
Virginia
Origen de la muestra: regalo desde Francia.
Nota: la versión original de esta reseña fue publicada en el blog Notas & Acordes el 17/11/11.