Letras Perfumadas – “Memorias de una joven formal” de Simone de Beauvoir II

Foto: Fotonatura.org

A diferencia del fragmento anterior -que relataba una noche de verano- esta vez Simone de Beauvoir nos pasea por los minutos posteriores a un amanecer escarchado. ¿Cómo huele el hielo? Por supuesto, es frío y seco, pero su perfume depende de lo que lo rodea.

En este caso, la autora es testigo del momento justo en el que la escarcha se ablanda sobre los pastos y se funde con la tierra, la humedece, la refresca. Esa sensacion es la que transmite Eau de Gentiane Blanche (Hermès): primero seco, herbal y amargo; luego húmedo y terroso.

Al mencionar los aromas apetitosos del pan tostado y del chocolate, nos vienen a la mente dos perfumes en particular: Angel (Thierry Mugler) con su impronta de chocolate que coquetea entre lo dulce y lo amargo, y Jeux de Peau (Serge Lutens),  un homenaje al olor que tenía la panadería a la que iba el perfumista cuando era niño, en Lille, Francia.

Es así, lo que olemos especialmente durante nuestra infancia y juventud queda en nuestra memoria como una estatua, la cual se vuelve viviente cada vez que percibimos ese perfume o aroma, y aparece el recuerdo.

Virginia y Caro

Foto: Imgfave.com/shinyweather

“La primera de mis felicidades era, de mañanita, sorprender el despertar de las praderas; con un libro en la mano me alejaba de la casa dormida, empujaba la tranquera; imposible sentarse en el pasto cubierto de escarcha; caminaba por la avenida plantada de árboles elegidos que abuelito llamaba “el parque apaisajado”; caminaba a pasitos cortos y leí; sentía contra mi piel la frescura del aire entumecerse; la delgada capa de escarcha que velaba la tierra se derretía dulcemente; el roble púrpura, los cedros azules, los álamos plateados brillaban con un brillo tan nuevo como en la primera mañana del paraíso: y yo estaba sola para llevar la belleza del mundo y la gracia de Dios con un sueño de chocolate y de pan tostado en el hueco del estómago. Cuando las abejas zumbaban, cuando los postigos verdes se abrían en el perfume asoleado de las glicinas yo ya compartía con aquel día que para los demás empezaba apenas, un largo pasado secreto. Después de las efusiones familiares y del desayuno, me sentaba bajo el alero ante una mesa de hierro y hacía mis “deberes de vacaciones”; me gustaban esos momentos en que, falsamente ocupada por una tarea fácil, me abandonaba a los rumores del verano: el zumbido de las avispas, el cacareo de las gallinas, el llamado angustiado de los pavos reales, el murmullo del follaje; el perfume de los flox se mezclaba con los olores de caramelo y de chocolate que me llegaban por bocanadas de la cocina; sobre mi cuaderno bailaban redondeles de sol. Cada cosa y yo misma teníamos nuestro lugar justo, aquí, ahora, para siempre.”*

*Fragmento de la Primera Parte de “Memorias de una joven formal”(1958) de Simone de Beauvoir (1908-1986). Fuente: Rebeliones.4shared.com

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