Su nombre hace gala de una transparencia acertada: es un rótulo que anuncia a la perfección al perfume que lleva dentro. Femineidad, dulzura, encanto, juventud y un toque de romanticismo son los ribetes que definen a Miss Charming.
Claro, en ningún lugar hay algo así como un compendio de equivalencias donde diga: “Para representar femineidad, colocar tal ingrediente. Para transmitir encanto, agregar este otro”. Definitivamente no es así. Y ahí es justamente donde radica la virtuosidad de un perfumista como Francis Kurkdjian para comunicar esa idea sin la existencia previa de códigos olfativos con significados pétreos.
La protagonista de esta composición -de la marca Juliette Has A Gun– es la rosa marroquí, combinada con almizcle. Es una conjunción sumamente primorosa, un hálito atemporal de elegancia. Pero el toque magistral está dado por las moras y por -según la marca- la “frutilla salvaje” (pero a mí me evoca a algo más dulzón y jugoso… ¿cereza?, ¿litchi?) que insuflan desde la salida misma, una nota golosa y juvenil.
Si cerramos los ojos mientras olemos este eau de parfum, imaginamos un aterciopelado capullo de rosa que abre sus pétalos lentamente, dejando caer de su interior a una guinda almibarada. En otras palabras, Miss Charming es transparente y sencillo, pero jamás un solifloral aburrido de rosas.
Virginia
Origen de la muestra: gentileza de la marca.
Nota: la versión original de esta reseña fue publicada en el blog Notas & Acordes el 10/05/12.