Desde el 2009, Sisley propone mediante tres eaux de toilette recrear tres actitudes distintas en una misma mujer al vestir tres vestidos diferentes en verano. Cada “vestido” está representado con una Eau de Sisley. A grandes rasgos, la N°1 es la faceta más tierna y romántica, mientras que la N°2 es la más moderna y alegre.
Pero me centraré en mi favorita, la Eau de Sisley 3: la más sensual de la trilogía, “un vestido escotado que hipnotiza con los destellos rojos rubí”. Tiene una salida fresca y atrapante. Energiza con un cítrico cocktail explosivo de pomelo, limón y mandarina. Comienza a tornarse oscuro, casi herbáceo, cuando aparece el jengibre púrpura justo a tiempo para otorgar su efervescencia picante.
Aunque el toque del jengibre se mantiene siempre de fondo, este perfume da un dulce giro hacia lo floral por mérito del cremoso osmanto. Surge luego la aspereza del patchouli, que por contraste hace resaltar a un pulposo blend frutal: damasco y durazno, en un tête-à-tête con el vetiver.
Transcurrido un largo rato, las imágenes olfativas finales: implosionan notas balsámicas de vainilla embebidas en los acordes resinosos del benjuí (ingrediente extraído desde la antigüedad de árboles como el Styrax Benzoína). La fragancia más sensual de la trilogía se envuelve al final en la sutileza del almizcle.
Pero volvamos sobre el trabajo que Sisley hace aquí con el benjuí. Este ingrediente milenario -destacado por su olor característico a caramelo amargo, entre licoroso y medicinal- es para mí el protagonista indiscutido de la fórmula. El acorde que resulta de su fusión con la vainilla y los restos de jengibre, lo enaltece… y no puedo más que adorarlo.
Virginia
Origen de la muestra: regalo por compra en Perfumerías Rouge.
Nota: la versión original de esta reseña fue publicada en el blog Notas & Acordes el 20/03/12.